Para dar la bienvenida a un nuevo ciclo lectivo, compartimos el siguiente cuento...El mismo fue trabajado con los alumnos de tercero donde todos juntos decoraron el árbol como lo hicieron los niños en el cuento, se presentaron y dijeron las cosas qué cosas les gustan y cuáles les desagradan!!
EL ÁRBOL QUE NO TENÍA HOJAS
Fernando Alonso
Era un árbol tan feo, tan feo, que no tenía hojas.
Estaba solo en el campo y nunca había visto otro árbol. Por eso no sabía que
los árboles tienen hojas. Y tampoco sabia que él era tan feo. Pero un día oyó
decir a unos niños:
-¡Vaya porquería de árbol!
-No sirve para nada.
-Ni siquiera tiene hojas.
Entonces se puso triste porque se enteró de que era
feo. Y le dijo al Sol:
-Tú que eres tan poderoso, ¿puedes darme hojas?
El Sol le contestó:
-Yo no puedo dar hojas a las árboles. Vete tú a
buscarlas.
Y el arbolito dijo:
-No puedo. Mis pies están clavados en el suelo.
Otro día dijo al Viento Gris:
-Tú que eres tan poderoso, ¡dame algunas hojas!
Y el Viento Gris le contestó:
-Yo sé quitar las hojas de los árboles, pero no sé
cómo se ponen. No puedo ayudarte.
Pasó la Lluvia y el árbol le dijo:
-Señora Lluvia, mis pies están clavados en el suelo.
¿Puedes traerme algunas hojas para adornar mis ramas?
Y la Lluvia le contestó:
-Yo no puedo darte hojas. Yo sólo sé llorar. Voy a
llorar por ti.
La Lluvia se alejó, llorando.
-¡Ay, Señor, qué desgracia! ¡Un arbolito que no tiene
hojas!
El pobre arbolito sin hojas se quedó aún más triste. Y
decía:
-He acudido a los más poderosos y no me han ayudado.
¡Ya nadie podrá ayudarme!
Pero un buen día dijeron los niños:
-¡Vamos a adornar este árbol!
Trajeron papel de colores: rojo, verde, azul,
amarillo... Y lo cortaron en pedacitos y lo fueron pegando en el arbolito. Y al
cabo de un rato el arbolito quedó lleno de hojas. Hojas azules y rojas, hojas
amarillas y verdes.
Y pasó el Sol y se quedó un rato largo mirando, porque
nunca había visto un árbol tan hermoso.
Pasó el Viento Gris y se paró en seco:
-¡Vaya con el arbolito! ¡Qué hojas tan bonitas ha
encontrado!
Y el Viento Gris dio una vuelta para no arrancarle
ninguna.
Pasó la Lluvia, y al ver aquellas hojas rojas, azules,
amarillas y verdes, se le cortaron las lágrimas y dijo:
-¡Qué pena! ¡Ya no podré llorar más por este arbolito!
Y la señora Lluvia se marchó con sus lágrimas a otra
parte.
Luego vinieron los niños y bailaron en torno al
arbolito, que ya estaba muy contento con sus preciosas hojas.
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