viernes, 16 de noviembre de 2012

La bruja y el hada


Hace mucho, mucho tiempo, en un pueblo detrás de las montañas, convivían una bruja mala, llamada Feliciata y un hada muy buena, llamada Bonita.
La reina de las brujas estaba enojadísima con Feliciata y la retaba a diario por no hacer bien su trabajo, ya que en ese pueblo nunca pasaba nada malo, los chicos eran felices y no temían a las brujerías.
Cansada de tantos reproches, Feliciata decidió hacer una maldad mayúscula, que destruyera a Bonita para siempre.
Para eso debería utilizar al máximo sus poderes, así que por la noche, mientras abrillantaba su varita mágica y los pensamientos más diabólicos daban vueltas en su cabeza, se le ocurrió una idea muy original: hechizaría al hada y la convertiría en bruja, Bonita sería la encargada de repartir el mal por cada rincón del pueblo.
Al día siguiente, cuando el hada estaba distraída, el hechizo la atrapó y la convirtió en una bruja espantosa, su pelo se volvió enmarañado y sucio, su ropa oscura y polvorienta, sus uñas crecieron diez centímetros, igual que su nariz y de su garganta salía una carcajada tenebrosa.
Contentísima, Feliciata se fue volando en su escoba hasta el lúgubre del castillo de la bruja reina, para contarle que Bonita ya no haría más buenas obras, porque al fin había logrado destruirla.
Al entrar, la encontró acompañada por sus repelentes ayudantes, magas, hechiceras, culebras, sapos, lobos, búhos y serpientes; pero al acercarse vio algo que la sorprendió, la reina y sus compinches estaban observando a Bonita por Internet, y en la pantalla de la computadora se veía que, a pesar de su horrible aspecto, el hada seguía haciendo sus bondades.
Feliciata, desconcertada, no podía cerrar la boca del asombro y pegó un salto cuando escuchó el grito de la reina que empezaba a retarla como siempre.
Entonces se dio cuenta de que había perdido en su lucha contra el bien, se arrastró por el suelo, derramando lágrimas verdes y lanzando espantosos chillidos; arrodillada escuchó lo que la más mala de las brujas le decía:
- Feliciata, has fracasado porque ignorabas algo muy importante, a los seres se les puede cambiar el aspecto, el color de piel o el cabello, la forma del cuerpo y la voz, pero si hay bondad en el interior de su corazón, nadie se la puede quitar, por eso vamos a romper el hechizo y Bonita volverá a ser como era y tú serás condenada a vivir en este castillo hasta el fin de los tiempos.
Dicho esto, se fue volando hacia el bosque, seguida por sus ayudantes y Feliciata pudo ver en la pantalla, que Bonita estaba tan bella y radiante como nunca.
Las brujas no volvieron a acercarse al pueblo de Bonita, la bondad y el amor habían triunfado sobre la maldad. Así fue y así será, para siempre.
Pancho Aquino

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