Hace
mucho, mucho tiempo, en un pueblo detrás de las montañas, convivían una bruja
mala, llamada Feliciata y un hada muy buena, llamada Bonita.
La
reina de las brujas estaba enojadísima con Feliciata y la retaba a diario por
no hacer bien su trabajo, ya que en ese pueblo nunca pasaba nada malo, los
chicos eran felices y no temían a las brujerías.
Cansada
de tantos reproches, Feliciata decidió hacer una maldad mayúscula, que
destruyera a Bonita para siempre.
Para
eso debería utilizar al máximo sus poderes, así que por la noche, mientras abrillantaba
su varita mágica y los pensamientos más diabólicos daban vueltas en su cabeza,
se le ocurrió una idea muy original: hechizaría al hada y la convertiría en
bruja, Bonita sería la encargada de repartir el mal por cada rincón del pueblo.
Al
día siguiente, cuando el hada estaba distraída, el hechizo la atrapó y la
convirtió en una bruja espantosa, su pelo se volvió enmarañado y sucio, su ropa
oscura y polvorienta, sus uñas crecieron diez centímetros, igual que su nariz y
de su garganta salía una carcajada tenebrosa.
Contentísima,
Feliciata se fue volando en su escoba hasta el lúgubre del castillo de la bruja
reina, para contarle que Bonita ya no haría más buenas obras, porque al fin
había logrado destruirla.
Al
entrar, la encontró acompañada por sus repelentes ayudantes, magas, hechiceras,
culebras, sapos, lobos, búhos y serpientes; pero al acercarse vio algo que la
sorprendió, la reina y sus compinches estaban observando a Bonita por Internet,
y en la pantalla de la computadora se veía que, a pesar de su horrible aspecto,
el hada seguía haciendo sus bondades.
Feliciata,
desconcertada, no podía cerrar la boca del asombro y pegó un salto cuando
escuchó el grito de la reina que empezaba a retarla como siempre.
Entonces
se dio cuenta de que había perdido en su lucha contra el bien, se arrastró por
el suelo, derramando lágrimas verdes y lanzando espantosos chillidos;
arrodillada escuchó lo que la más mala de las brujas le decía:
-
Feliciata, has fracasado porque ignorabas algo muy importante, a los seres se
les puede cambiar el aspecto, el color de piel o el cabello, la forma del
cuerpo y la voz, pero si hay bondad en el interior de su corazón, nadie se la
puede quitar, por eso vamos a romper el hechizo y Bonita volverá a ser como era
y tú serás condenada a vivir en este castillo hasta el fin de los tiempos.
Dicho
esto, se fue volando hacia el bosque, seguida por sus ayudantes y Feliciata
pudo ver en la pantalla, que Bonita estaba tan bella y radiante como nunca.
Las
brujas no volvieron a acercarse al pueblo de Bonita, la bondad y el amor habían
triunfado sobre la maldad. Así fue y así será, para siempre.
Pancho Aquino
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